Por Miguel Hernández 
El Ministerio de Sanidad ha anunciado que en las próximas semanas estará disponible el borrador de modificación del Real Decreto 579/2017, que incluye la prohibición de los cigarrillos electrónicos desechables y sus saborizantes. Esta medida busca frenar el creciente uso de estos dispositivos, especialmente entre los jóvenes, quienes se ven atraídos por los sabores llamativos y la falsa percepción de que son una alternativa inofensiva al tabaco tradicional. Con esta decisión, España sigue la tendencia de otros países europeos que han endurecido su normativa sobre estos productos.
La popularización de los cigarrillos electrónicos desechables ha suscitado preocupación entre los profesionales de la salud y las autoridades, quienes ven en estos dispositivos una potencial puerta de entrada al consumo de tabaco. Aunque muchos jóvenes los perciben como menos perjudiciales, diversos estudios han señalado que pueden generar dependencia a la nicotina y facilitar la transición hacia el consumo de cigarrillos convencionales. Los sabores afrutados o dulces juegan un papel crucial en la atracción de los adolescentes, lo que ha llevado al Ministerio a actuar con firmeza.
Esta iniciativa ha generado opiniones divididas. Por un lado, está quienes celebran la medida como un paso necesario para proteger la salud pública y evitar que las nuevas generaciones caigan en las garras de la adicción a la nicotina. Por otro, están quienes critican la prohibición total, argumentando que los cigarrillos electrónicos, si se regulan adecuadamente, pueden ser una herramienta para la reducción de daños en fumadores adultos que buscan alternativas al tabaco tradicional. ¿Es esta la mejor solución para frenar el consumo juvenil o existen otras vías para regular su uso?