En tiempos en los que se promueve la adopción responsable de animales abandonados, un refugio de animales ha generado controversia por imponer un extenso y minucioso cuestionario de más de 100 preguntas a quienes desean ofrecer un hogar a un animal rescatado. La intención, según afirman desde la organización, es asegurar el bienestar del animal y evitar futuros abandonos. Sin embargo, muchos ciudadanos consideran que las exigencias son excesivas y, en algunos casos, una intromisión injustificable en la vida privada de los adoptantes.
El formulario solicita datos personales sensibles, incluyendo el nivel de ingresos, detalles sobre el contrato de alquiler de la vivienda, horarios laborales, planes vacacionales y hasta qué haría el adoptante si el gato araña el sofá. Además, se exige el pago de una cuota de 100 euros para cubrir parte de los gastos del animal, y se programan visitas tanto antes como después de la adopción. Entre las preguntas más polémicas se encuentra una que inquiere: “¿Cuánto gana su pareja mensualmente y qué porcentaje de sus ingresos destina al hogar?”, algo que muchos califican como completamente fuera de lugar.
La ciudadanía no ha tardado en reaccionar. Al consultar a varios transeúntes en la Plaza del Ayuntamiento de Valencia, preguntamos: “¿Rellenarías un cuestionario con más de 100 preguntas personales para adoptar un gato?”. Ana Ruiz, vecina del barrio de Ruzafa, respondió sin dudar: “No, me parece una invasión total a mi privacidad. Prefiero pagar 150 euros por un gato a través de internet que darle todos mis datos personales a personas desconocidas.”
La situación ha reabierto el debate sobre cómo equilibrar la adopción responsable con procedimientos accesibles y respetuosos. Expertos en bienestar animal coinciden en que es vital garantizar que los animales vayan a buenos hogares, pero advierten que medidas excesivamente restrictivas pueden desincentivar la adopción, empujando a la gente a buscar animales a través de canales menos regulados. ¿Estamos protegiendo a los animales o poniendo barreras innecesarias a quienes quieren ayudar? La pregunta queda abierta.

